El equipo compuesto por ingenieros electrónicos, mecánicos,
biólogos, paleontólogos y paleoartistas concretó el primer dinosaurio robot
argentino. Pero también desarrollan elementos para ser utilizados en casos de
emergencia o en la investigación para la salud.
En silencio, con humildad y mucho esfuerzo, como tantos
emprendimientos de la Argentina profunda, un grupo de profesionales compuesto
por ingenieros electrónicos y mecánicos, biólogos, paleontólogos y paleoartistas
llevan adelante en Córdoba Argentina el primer emprendimiento universitario centrado en
las áreas de robótica y animatrónica.
El Laboratorio de Animatrónica y Control Dinámico de la
Facultad Nacional de Ciencias Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de
Córdoba es hoy por hoy el único emprendimiento en su tipo de nivel universitario
en la Argentina, en el que se desarrollan a escala dinosaurios robots y
proyectos de bien público como la sonda de rescate para personas siniestradas en
pozos profundos.
A diferencia de la robótica industrial, cuya acción está
relacionada con la efectividad en la fabricación de productos, la animatrónica y
el control dinámico están vinculados con la imitación de los movimientos
naturales, así como también con la solución de problemas que tienen que ver con
la salud y la rehabilitación terapéutica.
El equipo, que empezó a trabajar en 1999 y terminó de
conformarse en 2004, concretó en 2000 el primer dinosaurio robot argentino, el
Abelosaurus, realizado para el Museo de la Universidad del Comahue.
Ese año también concretó la construcción de la Sonda de Rescate
para personas siniestradas en pozos, que fue donada a los bomberos de la
localidad cordobesa de Villa del Rosario, que colaboró y asesoró en las pruebas.
Hugo Pailos, un cordobés que bordea los 47 años, ingeniero
electricista electrónico y profesor de las materias Sistema de Control II y
Robótica y Animatrónica, es el director del Laboratorio de Animatrónica que
cuenta con un equipo de siete personas y que tiene el apoyo de las autoridades
de la Universidad y la Facultad de Ciencias Exactas.
El último emprendimiento encarado por el equipo cordobés, el
año pasado, fue la construcción de un Tapejara, un reptil volador robotizado,
con un costo total de alrededor de 5.000 pesos, cuando en el nivel internacional
un emprendimiento de este tipo puede superar con creces los 10.000 dólares.
El Tapejara, presentado en el Segundo Congreso Latinoamericano
de Paleontología de Vertebrados en Brasil, fue confeccionado con aluminio,
espuma de látex, fibra de carbono, servomotores para los movimientos, madera y
piel sintética, y tiene una longitud a escala de 1,40 metro, cuando el animal
prehistórico era de cuatro metros.
A través de programas especialmente diseñados, el reptil
volador mueve sus alas —vía computadoras internas—, la cabeza y la boca.
Pailos, en diálogo con Télam, detalló que a diferencia de los
emprendimientos privados de este tipo, el laboratorio -en el caso de los
animales prehistóricos- lleva adelante estudios paleontológicos, biomecánicos y
de diseño robótico, antes de emprender la construcción de los “bichos”, de
manera de respetar sus movimientos naturales básicos.
Pailos -tras remarcar el apoyo recibido de parte del actual
decano de la Universidad, Jorge González, y del rector de Exactas, Gabriel
Tavella, dijo que el equipo está actualmente en tratativas con emprendedores de
Estados Unidos y Chile para llevar adelante algunos proyectos, que pueden
significar una nueva fuente de ingresos para la Facultad y el Laboratorio.
Además de los animales prehistóricos, Pailos y su gente destaca
como uno de sus más importantes logros la construcción de una sonda de rescate
que en la simulación demostró gran efectividad y que el laboratorio está en
condiciones de construir en serie si la demanda así lo requiriera.
“La sonda de rescate -simple en su concepto- cuenta con
parlantes que bajan al pozo dónde está la persona siniestrada; esos parlantes
sirven para transmitir la voz de la madre o de un familiar al niño -que son 70%
de los que padecen este tipo de accidentes-, elevando la posibilidad de
sobrevida, junto con dos lanzas calefactoras que permiten evitar la hipotermia”,
detalló el ingeniero.
El equipo de la universidad cordobesa, que por el momento no
logró el apoyo de las empresas del sector tecnológico, sueña ahora construir un
nuevo hijo, un gliptodonte robotizado que emule los movimientos de los
antecesores de las mulitas que deambulan por el territorio argentino y
sudamericano.
“Los estudios robóticos ya los tenemos listos; la réplica va a
tener el tamaño de un Fiat 600”, se entusiasma Pailos.
Otros de los proyectos llevados a cabo por el Laboratorio
fueron el Saltasaurus, que consistió en la robotización de un dinosaurio de
cuello largo, en 2003; un recuperador terapéutico para el Hospital Allende, de
Córdoba, y un Control para ensayo de probetas para el Departamento de
Estructuras de la Facultad de Ciencias Exactas.
Gracias a El Pais de San Luis.
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