La identificación de los factores
que determinan el desarrollo regional o local es un tema de debate en la teoría
económica. Ese debate, del que participaron y participan destacados
investigadores ha permitido identificar diversos factores determinantes del
desarrollo y construir más de una docena de teorías al respecto. No han logrado
acordar, sin embargo, acerca de un conjunto universal de principios, normas o
procedimientos estándar que se puedan aplicar cualquiera sean las condiciones
de contexto.
Se ha señalado que, en términos generales, el desarrollo económico es
asimilable a un rompecabezas que debe ser armado a la medida de la situación
económica y política de cada país (eliminando restricciones locales que son, en
general, diferentes en cada territorio). Desde esta perspectiva la copia
directa - o el rechazo de políticas - sin la plena comprensión del contexto que
les permitió tener éxito - o a no tenerlo - es una receta que puede conducir
fácilmente a un fracaso. Sólo cuando se ha comprendido el contexto, se podrán
implementar las variantes de la política original que sean útiles para producir
los efectos deseados (Rodrik, 2008).
El camino para una transferencia exitosa estaría dado, acorde a la
afirmación anterior, por la adecuación
de los aprendizajes al contexto al que se los desea transferir. Esa adecuación
presentaría dificultades ya que “no hay reglas suficientemente poderosas en la
vida de los países y las sociedades que garanticen que una determinada acción
producirá siempre el mismo efecto” (Pipitone, 1995). En el mismo sentido se
expresa la vicepresidencia del Banco Mundial al analizar la experiencia de la
década de reformas del 90 y señalar que “se ha aprendido que no existe un
conjunto único y universal de reglas” por lo que “tenemos que abandonar las
fórmulas y la búsqueda de un conjunto único de elusivas mejores prácticas”
(Banco Mundial, 2005). A una conclusión semejante ha arribado un estudio del
mismo Banco y de la OIT,
que al comparar un aspecto particular del desarrollo - las políticas en materia de formación laboral
en 18 países y territorios - llega a la conclusión que no existen de manera
neta mejores prácticas susceptibles de universalización sino que “las políticas
que de manera equitativa y eficiente armonizan la oferta y las demandas del
mercado de trabajo son específicas a cada país” (Gill, Fluitman y Dar, 2000).
Pese a dificultades como las expuestas, el interés por identificar
prácticas exitosas sigue conduciendo en muchas ocasiones a establecer reglas
acerca de lo que se considera una buena práctica. A título de ejemplo el Comité
del Hábitat Español definió, en 2012, resultados a satisfacer por un programa
habitacional a fin de ser considerado como Buena Práctica (impacto,
participación institucional, sostenibilidad, liderazgo y fortalecimiento de la
comunidad, igualdad de género e inclusión, innovación y transferencia). Dicho
caso tiene en común con otros similares que han intentado reproducir, en
intervenciones sociales, mecanismos utilizados en sectores de la producción
(buenas prácticas agrícolas, buenas prácticas de manufactura) o de la salud
(buenas prácticas clínicas, buenas prácticas de laboratorio). Provienen, en
consecuencia, de una visión mecanicista de la realidad que no se condice con un
mundo que respondería a una visión más acorde con la de los sistemas que
analiza la teoría del caos, en los que la predicción a largo plazo es mucho más
complicada.
El problema es particularmente agudo cuando las “mejores
prácticas” se obtienen del análisis de programas piloto que, como su nombre lo
sugiere, trabajan con una muestra reducida de la población objetivo de una
experiencia de desarrollo. Lo que se suele proponer, si la experiencia piloto es
exitosa, es una expansión en la escala de la misma (llevándolas, inclusive, a
transformarlas en política pública).
Esas propuestas tienen en común el hecho de dejar de lado
el conocimiento generado al analizar las limitaciones de modelos que, en distintas
áreas de conocimiento, demuestran ser
válidos en una dada escala y pierden su capacidad predictiva en el marco
de otra escala. Las consecuencias de los cambios de escala no están
incorporadas al acervo de conocimientos populares que no toman en cuenta las
restricciones que se generan por cambios de escala. A título de ejemplo de la
vigencia de esos paradigmas se señalará que el mismo sustenta implícitamente la
descripción que realiza Jonathan Swift en “Los viajes de Gulliver” (en el que
plantea la existencia de seres gigantescos idénticos a los humanos). Se trata
de un hecho inviable tal como se lo presenta en el relato (debería estar
asociado a un importante cambio en los materiales de los huesos recurriendo a
algunos que quizás, todavía no se han inventado o a un cambio en las secciones
de dichos huesos de una envergadura tal que los haría significativamente
diferentes a los seres humanos)[1]. Sin esos
cambios el gigante se desmoronaría. La misma situación se presenta en la
biología, desde la que se ha alertado que un insecto que “funciona bien” siendo
pequeño se asfixia si se lo cambia de escala aumentando su tamaño. En el caso
de las redes sociales el problema de la escala se manifiesta, entre otros, por
la existencia de un límite práctico a la cantidad de relaciones que un dado
actor puede establecer con un conjunto muy grande de otros actores (este hecho ha conducido a definir un
indicador, la densidad de red, como la proporción de relaciones existentes en
relación a las relaciones posibles). Ejemplos similares existen en otras áreas
del conocimiento (Mitnik, Magnano, 2012)[2].
La consecuencia de lo expuesto es que
las descripciones de procesos o parámetros que han sido obtenidos para pequeñas
escalas no necesariamente siguen siendo válidas para escalas mayores. El
problema de que existen actividades que funcionan bien a una determinada escala
y funcionan mal a una escala mayor es descripto por la sabiduría popular
mediante la frase “morir de éxito” (un sitio web capaz de atender mil visitas
diarias pero que, al resultar exitoso, es muy visitado y requiere un cambio
radical para atender los requerimientos que se le formula, sería un buen
ejemplo de “muerte por éxito”). La transferencia de la metodología en otra
escala requerirá, necesariamente, de significativos ajustes.
Lo expuesto sugiere que no sería
adecuado el uso del término “mejores prácticas” en el sentido de aquellas que
se pueden recomendar como soluciones a ser adoptadas en cualquier contexto.
Sugiere además que, para evitar errores, no se debería utilizar el término
“mejor” sino el más modesto y adecuado de “buenas prácticas” o “`casos de
éxito”. Se alentaría, en consecuencia – en los programas de desarrollo
territorial - la realización de nuevas experiencias y no la copia de aquello
que fue considerado como de razonable impacto en un contexto determinado.
Fuente:
Ing. Félix Mitnik (Argentina)
Profesor Máster en Desarrollo Emprendedor e Innovación | UNIVERSIDAD DE SALAMANCA (España)
doinGlobal™ | Comunidad Global de Experiencias de Aprendizaje
Profesor Máster en Desarrollo Emprendedor e Innovación | UNIVERSIDAD DE SALAMANCA (España)
doinGlobal™ | Comunidad Global de Experiencias de Aprendizaje
[1] El peso se incrementa con
el cambio de volumen según una función cúbica, mientras que el incremento de la
sección de los huesos que soportan a Gulliver responde a una función
cuadrática. El cociente del peso sobre la sección aumentaría a medida que una
persona crece hasta convertirse en gigante y el hipotético gigante colapsa por
rotura del hueso (el peso aumenta tres veces mientras la sección lo hace sólo
dos veces). Lo expuesto presupone que no se cambia de material al producir el
cambio de tamaño.
[2] Desde la hidrología, a su
vez, el ejemplo típico de los problemas que origina el escalamiento es el
cambio de la importancia relativa de los flujos superficial y en canal con el
tamaño de una cuenca (lo que complica el trabajo de los hidrólogos que construyen
modelos a escala). En el caso de la mecánica clásica el problema del
escalamiento se manifiesta por la pérdida de capacidad descriptiva del modelo
newtoniano si la velocidad de los cuerpos es mucho mayor que las de los
artefactos terrestres. El incremento de la velocidad, que a estos efectos es un
cambio de escala, obliga a utilizar la mecánica relativista de Einstein para
realizar predicciones certeras. En telecomunicaciones y en ingeniería
informática los problemas de escala han conducido a que se defina la
“escalabilidad” como la propiedad deseable de un sistema, una red o un proceso
para manejar su crecimiento continuo de manera fluida.
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